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El tebeo valenciano

03-02-2023


El tebeo valenciano

A mediados del siglo XX, el tebeo vivió su edad de oro en España. Editoriales como Bruguera (Barcelona) y Valenciana o Maga (Valencia) publicaron miles de cuadernos de humor y de aventuras que, durante años, constituyeron uno de los principales vehículos de entretenimiento de la gente. Fue una época en la que la historieta gozó de una extraordinaria popularidad, con un precio asequible y un formato atractivo. Las páginas de los tebeos acogieron a cientos de personajes, que hicieron las delicias, principalmente, de los/as niños/as y jóvenes de entonces.


En 1941 vieron la luz Roberto Alcázar y Pedrín, personajes creados –entre otros- por Eduardo Vañó, de gran impacto en la sociedad del momento. La historia comienza cuando Roberto se encuentra a bordo del buque Neptunia, rumbo a Buenos Aires, y conoce a un joven polizón llamado Pedrín. A partir de entonces y hasta 1976, año de su desaparición, ambos protagonistas viajarán juntos por todo el mundo, viviendo trepidantes aventuras. Con una trama simple y unos dibujos sencillos, no solo lucharán contra el “crimen organizado”, sino que también se las verán con piratas, vampiros o “marcianos”, ambientados en escenarios diversos, como el “Oeste” americano, África o la India.


Algunos años después, en 1944, surgirá El Guerrero del Antifaz. Ambientado en la Edad Media, el Guerrero es una figura clave en la historieta española. Obra de Manuel Gago, este hombre misterioso que oculta su rostro con un antifaz, vive atormentado por su pasado y lucha incansablemente contra multitud de sujetos que aparecen en la serie. En la mejor tradición del género de aventuras -inspirado, sobre todo, en el cine americano y en escritores como Verne o Salgari-, las peripecias se suceden a un ritmo frenético: castillos y pasadizos secretos, persecuciones, intrigas, traiciones… Escenarios recreados con maestría por uno de los mejores dibujantes que ha dado el tebeo en nuestro país. Al igual que Roberto Alcázar, el éxito de El Guerrero del Antifaz es fruto de la época en la que aparece: los años cuarenta. Los tebeos eran baratos, despertaban el interés entre sus lectores y no tenían que competir con otros medios de comunicación de masas. El Guerrero del Antifaz desaparecerá en 1966, aunque tendrá varias reediciones. En 1978 surgieron las Nuevas Aventuras de El Guerrero del Antifaz, serie que procuró adaptar el personaje a los nuevos tiempos, si bien quedó inconclusa, al fallecer prematuramente su autor en 1980.


Por lo que respecta al tebeo de humor, el más conocido fue Jaimito, cabecera de la que se editaron casi dos mil números entre 1945 y 1984. Su protagonista es un niño travieso que se mete en líos constantemente y que, con el tiempo, se convertirá en el líder de una pandilla que tendrá como rival a El Barbas y a sus cómplices.


La revista introducía a otros personajes, como Doña Tere, Don Panchito y su hijo Teresito o Gori Gori. Todos ellos vivían historias diferentes que ocupaban entre una y tres páginas cada una, cuyo argumento podía continuar semana a semana o comenzar en cada ejemplar. El dibujo solía tener un carácter caricaturesco para hacer el conjunto más gracioso.


Dentro del género humorístico -pero destinado a un público infantil- surge Pumby (1954), creado por José Sanchis e incluido, en sus inicios, en las páginas de Jaimito. No fue hasta abril de 1955 cuando Valenciana sacó el primer ejemplar de la revista Pumby, con el nombre del personaje como título de la publicación. Las aventuras de este intrépido gato no tienen límites: viajar en el espacio y en el tiempo, hacerlo por países fantásticos… No obstante, por muy lejos que Pumby viajase, Sanchis no olvidó su origen valenciano, muy presente a lo largo de la obra -finalizada en 1984-, en la que no faltan las Fallas, la paella o el zumo de naranja.


Por su parte, la historieta femenina de los años cuarenta tuvo por protagonista a una niña ingeniosa que fantaseaba con encontrar a un príncipe azul, como si de un cuento de hadas se tratase, pero siempre con un toque de humor. Es a partir de los cincuenta cuando estos cuadernos buscan un público adolescente, como ocurre desde 1957 con Mariló, la gran revista juvenil femenina valenciana. En esta nueva etapa se hace hincapié en el rol de esposa-madre-ama de casa, del que depende su felicidad: la protagonista es infeliz hasta que no consigue estar casada y ser rica. Los dibujos de la anterior década, cercanos a lo infantil, son sustituidos por el realismo y el detalle en la ropa, las joyas, los adornos o la decoración. Se aprovecha la fascinación por la forma de vida americana: la joven es universitaria, vive en un chalé, conduce un coche y sale con chicos deportistas, circunstancias alejadas de la realidad que se vivía entonces en nuestro país.


Recientemente, el Museo Escolar de Puçol ha producido una exposición -que se prevé itinerar- sobre el tebeo valenciano de aquellos años, en la que se exhibe una selección de las colecciones que se conservan en él. Gracias a las donaciones recibidas durante décadas, este museo conserva un vasto fondo de tebeos que en su mayor parte se sitúa entre las décadas de los cuarenta y los ochenta del siglo XX. Cientos de cuadernos que pasaron por las manos de otros tantos niños y niñas -y adolescentes- ilusionados/as con su lectura, deseando que llegase el día de su aparición en los kioscos para hacerse con ellos.


Autor: Rafa Martínez, director del museo. Firman también este texto Marian Tristán, Borja Guilló y José Aniorte.


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Este texto fue publicado en "Arte y letras" del Diario Información, el domingo 15 de enero de 2023.

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